Empate a uno en tierras leonesas que el Barça celebra, pero que, de haber ganado, podría haber situado en segunda posición a la Ponferradina.
Bajo la intensa lluvia de El Toralín, pero con más de 6.000 personas en la grada, la Ponferradina recibió a un Barça Atlètic en horas bajas. Los catalanes, aún sin haber ganado fuera, llegaron a León con varias bajas y parte de su plantel muy cansado por haber formado parte del torneo 4 naciones que disputó la Selección sub-18 durante el último parón de selecciones. Hasta cinco futbolistas de Albert Sánchez formaron parte de la convocatoria.
Por otro lado, la Ponferradina, consciente de que debe empezar a hacer de su feudo un campo más complejo, comenzó con mucho ímpetu y energía en la parcela ofensiva. Primero lo intentó Doué desde lejos, obligando a Astralaga a intervenir por arriba. En la segunda simplemente no pudo hacer nada. Borja Valle taconeó para Mula dentro del área y el catalán, con la brújula perfectamente orientada, la puso tensa al segundo palo, donde Cortés remató libre de marca.
Con la ventaja en el marcador, la Ponferradina perdió esa efervescencia de los primeros minutos y el Barça poco a poco igualó la posesión, aunque no terminaba de alcanzar posiciones peligrosas con el esférico bajo control. Sin quererlo y casi sin buscarlo, el árbitro pitó penalti para el Barcelona en la salida de un córner por un agarrón sobre Olmedo. Unai Hernández, el capitán, chutó a la izquierda de Prieto. Paró, pero el rechace cayó franca al futbolista blaugrana, que empató con la cabeza.
Tras la igualada, el juego de ambos se tornó espeso, al menos, hasta la segunda mitad, cuando la Ponferradina apisonó en juego al cuadro barcelonés, que no lograba salir de su campo. Cortés y Mula volvieron completamente loca a la zaga del Barça en detrimento de un Yeray Cabanzón que no terminó de sentirse cómodo en el tapete de El Toralín. Los leoneses acumularon mucha posesión pero no fue hasta el último cuarto de hora que intentaron darle sentido imprimiendo más verticalidad a su juego.
Fue en ese entonces cuando los porteros demostraron su valía. Prieto salvó dos ocasiones muy peligrosas de Cedric y Darvich. Mientras que Astralaga sacó un mano a mano a Abelenda y un misil centrado pero muy potente a Bustos. La Ponfe continuó atacando por los costados, por donde en la primera mitad encontró el premio del gol, pero Sancho, Sibille y el ya recuperado Mbacke no sucumbieron.
El Barça sacrificó su juego ofensivo para poblar la medular incrustando a Soma y a Juan Hernández y así evitar correr riesgos por dentro. La pizarra de Albert Sánchez, y la pesadumbre que el césped imprimía a los pases de los locales, acabaron por precipitar un empate que, dadas las circunstancias, el Barça da por bueno, pero que la Ponfe, de haber aprovechado mejor sus oportunidades, podría haberle situado en segunda posición del grupo 1.
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