Balaídos presencia la tercera victoria en cuatro partidos del Celta Fortuna; el Ourense se hunde, pero muestra mejoría con Pablo López.
Cuando encabezas un equipo que marcha antepenúltimo casi cualquier partido se hace complicado. Pero si se trata de tu debut como entrenador y, además, de un derbi, complicado es un adjetivo que se queda corto. Ese panorama se cernía sobre Pablo López, nuevo entrenador del Ourense, en la tarde-noche de Vigo en los prolegómenos de la visita al Celta Fortuna.
El dominio de balón recayó sobre el filial celeste en la primera mitad. Jugando con criterio pero sin demasiado colmillo, los chicos de Fredi Álvarez merodearon el área del Ourense sin terminar de encontrar ese ‘punch’ que todo equipo necesita para hacer gol. Aunque balón les sobraba, paradójicamente el primero del encuentro llegó a balón parado y en pies de un David de la Iglesia que la puso en el ángulo.
El conjunto visitante se mantuvo cerrado como una ostra durante la primera media hora. Sin embargo, los dos fogonazos que tuvo le sirvieron para meter el miedo en el cuerpo al Celta. Primero con un gol anulado y más tarde con un testarazo a la madera de Moisés. Con todo, enseguida se evidenció que el planteamiento del Ourense pasaba por achicar balones y buscar a Carbonell arriba. Tarea alto compleja teniendo en cuenta que estaba sólo frente a toda la zaga del Celta.
Acabó bien, no obstante, el Ourense la primera mitad, incluso, con un posible penalti de Manu Fernández que el colegiado no concedió y que habría metido de nuevo en el partido a los visitantes. Poco fútbol en Vigo, pero más que exigir al Celta, que no terminó de encontrar claridad con el esférico. Tras el descanso, el escenario cambió. Con la niebla cayendo sobre el verde, el Ourense comenzó, por fin, a desplegar su juego.
El Celta se dio de bruces con un equipo más peleón, más incisivo y muchísimo más contundente al choque. Tanto que los orensanos lograron embotellar a los celtarras en su área durante los primeros minutos de la segunda parte. El dominio ahora lo tenía el Ourense y trató de materializarlo a través de un combativo Carbonell y de un disparo lejano de Jerín que casi da un buen susto a Marc Vidal.
Aún así, pudo matarlo Jordi Escobar tras plantarse mano a mano frente a Raúl Marqueta. Alberto Gil cedió atrás de forma muy comprometida y de no ser por el meta maño, Balaídos habría doblado su ventaja. Siguió mostrando muy buenas maneras con el balón el Ourense pero no pudo hincarle el diente al partido gracias a la salidas de Iván Garriel, Meixús y Burcio, que frenaron el ahínco rival.
Con el arreón final propio del conjunto que va por detrás en el marcador y agarrándose a la épica del clásico portero que sube al córner, el encuentro murió y los tres puntos se quedaron en casa. No se cumplió eso de entrenador nuevo, victoria asegurada, pero al Ourense, al menos, se le vio otra cara.
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