noviembre 23, 2024

El agua evita el gol y desata el empate entre Tarazona y Real Unión

Manu Rico, interceptando un centro lateral/ Foto: SD Tarazona
Manu Rico, interceptando un centro lateral/ Foto: SD Tarazona

Los futbolistas de ambos conjuntos disputaron el encuentro en unas condiciones imposibles que contribuyeron en la falta de gol.

La RAE define la palabra ‘fútbol’ como el juego entre dos equipos de once jugadores cuyo objetivo es hacer entrar en la portería contraria un balón que no puede ser tocado con las manos. Partiendo de esa base, lo que tuvo lugar al oeste de la Comunidad aragonesa entre Tarazona y Real Unión la pasada noche del dos de octubre, no fue fútbol, porque el monzón que cayó durante todo el encuentro, convirtieron el campo en una piscina que imposibilitó esa misión de llevar el balón a la portería del rival.

Si el 21 de septiembre se retrasó la jornada de liga por mala climatología, no pudo elegirse peor fecha para que irundarras y turiasonenses se pusieran al día en el grupo 1 de Primera Federación. Que el balón no rodara, que cada paso de los futbolistas levantara un charco a su paso y que ya en el minuto ocho Marc Álvarez se viera obligado a achicar agua de un córner para poder cobrarlo, evidenciaba que más que fútbol, lo que acontecía en el rectángulo de juego era waterpolo. 

Ocho cambios presentó el Real Unión frente a los dos del Tarazona con respecto a sus últimos compromisos ligueros del pasado fin de semana. Hubiera más o menos calidad sobre el terreno de juego, las condiciones evitaban que los dos equipos pudieran sacar el balón jugado, por una cuestión de simple física: si el balón no rueda, entonces simplemente habrá que recurrir al pelotazo.

Así llegaron las pocas oportunidades de la primera mitad. Un despeje defectuoso de Camus llegó a la bota derecha de Rivero, que disparó a media altura para originar la primera parada de Fuoli. Adri Fuentes, siempre activo en todo el flanco de ataque, también pudo aprovechar un mano a mano que finalmente perdió peligrosidad por culpa del agua, que frenó el esférico, dando tiempo a que la zaga rival se acomodara de nuevo.

Errores en la transmisión, más lluvia y algunos culatazos propios del Humor Amarillo acompañaron durante la segunda mitad, evidenciando, por otra parte, que ciertas marcas deportivas deberían plantearse fabricar botas de tacos con una  profundidad equivalente a la de unos zancos. Para este tipo de encuentros serían estupendas. Al comienzo de la segunda mitad, Mikel Llorente introdujo más centímetros y corpulencia al ataque blanquinegro con Obieta, Vidorreta y Olaortua. En vano.

La práctica deportiva se puso aún más complicada, con unas bandas completamente inundadas y unos futbolistas que no querían el balón por lo complicado que era moverlo. Los guipuzcoanos lo probaron desde fuera del área cuando lograron aproximarse pero siempre se toparon con un bosque de piernas que no pudieron franquear. El ataque del Tarazona simplemente desapareció y finalmente, ambas escuadras dieron por bueno un punto que por las condiciones en las que se cosechó, de seguro dará que hablar.