Los verdiblancos suman su cuarta victoria consecutiva ante el Real Murcia, que escuchó los pitos de su afición durante gran parte del encuentro.
El Enrique Roca es, probablemente, el estadio más exigente de Primera Federación. El estadio de un club centenario que cuenta con ocho títulos de la categoría de plata del fútbol español y que ha llevado a Murcia la Primera División en doce ocasiones en toda su historia. Es por ello que, después de la fatídica derrota en el Rico Pérez ante el Hércules y de la agónica eliminación en penaltis de la Copa Federación contra el Sabadell, la afición grana se impacientó y comenzó el partido de hoy con pitos hacia sus jugadores.
Y no es para menos. Como si no quisieran jugar, como si los once futbolistas locales hubieran jugado el pasado miércoles ante el Sabadell -y no cinco como realmente hicieron-, así salieron hoy los futbolistas de Fran Fernández al rectángulo de juego. El Betis Deportivo se plantó muy dignamente en el verde, se hizo con la posesión y, aunque no sirvió para hacer daño al Murcia, la mantuvo en su campo asomándose de vez en cuando a la meta de Gazzaniga por medio de Ángel Ortiz y Faye.
Sin ocasiones demasiado claras más que algunos disparos desviados de Pedro León y de los atacantes verdiblancos, el partido, con el tiempo de descanso más presente para los visitantes que para los locales, se inclinó sobre la portería de Guilherme y comenzó un asedio pimentonero que se prolongó durante los primeros minutos del segundo tiempo, sobre todo a raíz del desborde y el poderío físico que aportaron las incorporaciones de Antonio Toral y Boateng.
Con ello, el Real Murcia se ordenó y atacó como mandan los cánones, con mucho juego interior, desborde por banda, laterales en disposición ofensiva y un doble pivote muy atento para cortar cualquier atisbo de ofensiva bética. Las ocasiones se sucedían sin llegar a encontrar la claridad necesaria, pero, al menos, los granas convirtieron los pitos en aplausos.
Sin embargo, poco duró la alegría de los murcianos cuando, después de poco más de un cuarto de hora en el campo, Boateng se rompió y se vio obligado a retirarse entre lágrimas, pero con la ovación de la grada. En su lugar entró Larrea y a raíz de ello, el Real Murcia naufragó y el Betis Deportivo, consciente, aprovechó para adelantarse en el partido y volver a poner el sonido de viento en la grada el Enrique Roca. Poco duró la alegría.
Después de una jugada por banda del filial andaluz, el esférico terminó en pies de Marciano, que chutó al segundo palo, donde apareció Souleymane Faye para ganar la espalda a Cadete y fusilar a Gazzaniga casi sobre la línea de gol. Eso sí, en un fuera de juega que el linier no vio y que el VAR, de haber hecho acto de presencia en la categoría, habría anulado con total seguridad.
A partir de ese momento, el Murcia se volcó pero no encontró claridad en su juego ofensivo. De hecho, la precipitación reinó en la salida de balón de los locales y Destiny primero, Faye después y Marciano en el tiempo de descuento, pudieron matar el encuentro. Dos córneres rematados casi bajo el larguero en las últimas dos jugadas pudieron convertir la alegría bética en el júbilo murciano, pero Guilherme, providencial, salvó a los suyos para elevar al Betis a la zona noble del Grupo 2 y precipitar la tercera derrota consecutiva de los granas.
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